16.11.10

EL VIAJE


"No veo el arte moderno como una experiencia lineal, en una continua competición consigo mismo, devorándose, como un juego social. Prefiero pensar en el arte como en estratos de tiempo en tiempo, y el arte como una sencilla forma de reafirmar nuestra presencia y lo profundo de nuestra existencia en la tierra, nuestro planeta, en el universo. A este respecto veo mi arte de un modo tan sencillo como un eslabón actual en una cadena con aquellos que me precedieron. En este sentido me gustaría relacionarme con aquellos artistas que tempranamente inauguraron el civilizado viaje de la humanidad. Simplemente quiero ser parte de una continua resonancia."
N. O.

A principios de enero de 2010 viajé a San francisco con motivo de mi participación en la exposición "Next Level: Painterly Painting" en el Art Museum of Los Gatos. La muestra reunía simbólicamente dos pequeñas obras del gran Nathan Oliveira, junto a la de artistas contemporáneos influidos por el espíritu de las obras del Bay Area Figurative Movement. Este conocido movimiento fue una corriente que a principios de los años 50 reunió a algunos de los más destacados pintores de la zona de San Francisco, y cuyos miembros, a diferencia de sus colegas abstractos, utilizaron los recursos expresivos para representar motivos concretos y la luz de la costa oeste. La lista de artistas que se incluyen en el grupo es larga y heterogénea y, en este momento, de las varias generaciones que la componen, yo quisiera destacar a los artistas fundadores, incluyendo a David Park, Richard Diebenkorn y Elmer Bischoff, y excepcional y especialmente a Nathan Oliveira. El trabajo de Nathan Oliveira (Oakland, 1928 - Stanford, 2010) ha sido incluido en muchas ocasiones en este movimiento, sin embargo, aunque su pintura era figurativa, el no compartía el optimismo hedonista del grupo. Oliveira concentraba su trabajo artístico en el análisis del ser humano y se sentía cercano a artistas como Edvard Munch, Alberto Giacometti o Francis Bacon, pues como ellos, concebía el ser humano como solitario y desgarrado, y así lo plasmaba en su obra. Aún así, paulatinamente, la apariencia de sus imágenes fue templándose y cobrando un carácter espiritual, y en los últimos años, la figura femenina se había convertido en la temática principal de su obra. Entre los artistas que reconocíamos nuestra deuda y devoción con él y el movimiento que de un modo u otro encabezó, figuraban nombres tan destacados como Kim Frohsin, Brook Temple o Alex Kanevsky. De hecho, Kim Frohsin, gran dibujante, pintora y persona, fué la promotora de la exposición y, conocedora de mi devoción por el trabajo del maestro, fue la responsable de que yo estuviera incluido en la muestra.

"el aire se llena de diamantes
de partículas rojas
de luciérnagas violetas
un cuadro vacío y al instante
pintas un hombre solo
que no sabe llorar"

En 1987, con quince años y después de leer una historieta de Jean Giraud Moebius que, como muchos de sus trabajos, constituía una profunda alegoría poética de temática metafísica y cosmológica, decidí ser pintor. Diez años después, en 1997 y tras una década de intenso trabajo de aprendizaje e investigación, mi esfuerzo culmina al descubrír el trabajo de los pintores contemporáneos que desde ese momento reconocí e interpreté como mis guías, encabezando el grupo Nathan Oliveira. Y es curioso que aunque Moebius nunca haya hecho una declaración al respecto, o por lo menos yo no haya tenido noticia de ella, creo sinceramente que su universo gráfico es enormemente deudor del de Oliveira, empezando por su lápiz a bandas con forma de infinito o lápiz ouroboros, continuando con sus paisajes estelares plagados de formas filiformes y cristales, y acabando con sus chamanes de elegantes sombreros. Será por la pasión o la costumbre, que mi curiosidad continuó latente y tiempo después el objeto de mi búsqueda fueron jovenes artistas que como yo trabajaran con los conceptos plásticos que impulsaron la vocación de esos artistas a los que tanto admiro y que por otro lado considero conceptos eternos o universales. Fué así entonces, como contacté por primera vez con Kim Frohsin, en quien encontré a una artista dotada de un talento absolutamente excepcional y a una gran amiga que desde el primer momento reconoció nuestra hermandad y se mostró interesada por intercambiar palabras, experiencias y obras.

"pero ciertas noches logro ser 
un momento perfecto
no resiento este lugar
la luna se llena y me conecto
con mi padre tan solo
que no supo escapar"

Kim, anfitriona sin parangón, me guió a lo largo de casi medio mes en un intenso tour por San Francisco que ella misma programó, y que, entre otras numerosas visitas y actividades, incluía el encuentro personal con mis dos admirados Nathan Oliveira y Barron Storey. Es importante destacar que, además y muy curiosamente, los dos habían sido sus profesores años atrás, y quizás por esta o por otra razón, estos fueron los dos únicos momentos en los que en principio no quiso acompañarme por considerarlos, según me dijo, mi momento. Entre sus esfuerzos, también el de presentarme a John Goodman -pintor y amigo íntimo de Nathan o Nate (así es como él le llamaba) y también participe en la exposición- y acordar mi residencia en su casa. John se ofreció a llevarme en coche hasta el domicilio de Nathan en Stanford, que dista entre unos 40 y 50 km de San Francisco. Fué así como en un solo día, tuve la enorme fortuna de conocer a Barron por la mañana y a Nathan por la tarde.

"me refugio en tu sombra
tus besos me protegen
no me abandones"

Entusiasmado y con los pies a algunos palmos por encima del suelo dejé la casa victoriana de Barron después del más fuerte abrazo y de pasar algunas horas junto a él y su amabilísima esposa Petra hablando de pintura, comics, animación y también sobre Nathan Oliveira, a quien esa misma tarde iba a visitar. Nathan es/era uno de los artistas más reconocidos y prestigiosos de California -a pesar de como el siempre decía, no sentir que formaba parte de la vanguardia sino más bien del grupo que la sucede asimilando, consolidando y redefiniendo- y visitarle en su propia vivienda vino a ser algo así como disfrutar de una audiencia. Durante una buena parte del viaje de ida, y cruzando un paisaje que aunque no en dimensiones, si morfológica y cromáticamente me recordaba al de España, me dediqué en mi conversación con John a ponderar el espontáneo y potente trabajo de estos artistas californianos que en mi opinión soporta y supera la comparación con lo mejor de la Escuela de Nueva York. El otro grande, Richard Diebenkorn, amigo íntimo y compañero de intereses de Nathan es, en mi opinión, uno de los pintores más dotados de su generación y de todos los tiempos.

"imagina que 
moriste hace 49 días hoy 
que tu alma se fue 
te espera 
un vuelo sin rumbo o fin 
sin norte ni sur 
en un océano lunar 

una luz blanca 
cae sobre el agua 
te viene a buscar 
tu alma ya se va 
del mar de bengala 

y te adormeces 
al despegar 
la liviandad 
de no existir 
te dejas ir 

suelta mi mano 
todo es rubí 
déjame partir 
si nada queda 
ni mi sombra 
yo ya me fui 

imagina que 
moriste hacen 49 días hoy 
que tu alma se fue 
te espera 
un vuelo sin norte o sur 
imagina que 
no tienes mas 
color o identidad 
es que tu alma ya no esta 
en el mar de bengala"

Llegados a este punto tengo que hablar de Gabriela. Gabriela Marrone está considerada como la primera mujer del rock argentino por atribuírsele el logró de registrar un primer larga duración con nombre propio. Su música, siempre plena de exquisitas, hipersensibles, expresivas, matizadas y complejas armonías y profundos y poéticos textos, ha experimentado una gran depuración desde su ideario y folcklore hippie de  los 70´s hasta una exquisita producción folk-jazz que la ha conducido a trabajar con algunos de los más importantes músicos del genero como Bill Frisell, lo que convierte la escucha de sus sonidos en una experiencia trascendente y de primer orden. Ella, con una larga y meritoria trayectoria artística y personal a sus espaldas es, como yo, una gran admiradora del trabajo de Nathan Oliveira, y de hecho, han mantenido durante años correspondencia postal, razón por la que Nathan le prestó una imagen de su pintura "The Silent Runner" para la cubierta de su CD album "El Viaje", y ella le escrbió y dedicó la canción "Para Nathan". Hace unos dos años y medio yo contacté a Gabriela y ella me correspondió con el buen número de e-mails que desde entonces hemos intercambiado, y con mucha estima y atención regalándome entre otras cosas su música. Todas las bellísimas citas en cursiva que acompañan este post son estractos de las letras de sus canciones de "El Viaje".

"se enciende la luz del alba,
el bien y el mal tienen final,
nada es permanente.

mis días son tan iguales,
siento que el tiempo se estancó,
que el sol se me escapó,
que la ausencia se instaló,
la distancia es tan austral.

el viento gigante clama
y me vuela lejos de aquí
mi viaje sigue así.

se amontonaron mis años
en el vagón de una estación
que el mundo abandonó,
los trenes pasan de largo
y una bandada de aguaciles
anuncian lluvia hoy,
zumban y susurran,
predicen mi libertad.

el viento gigante clama
y me vuela lejos de aquí
mi viaje sigue así."

El jardín y la fachada de la casa de Oliveira luce la imagen de una de esas estampas japonesas de la época Edo: geometría y naturaleza en perfecta armonía. Nos recibió en la puerta junto a su hijo, surgiendo detrás de unas preciosas cortinas de hilo. Fue muy emocionante. Le expresé de palabra toda la admiración que tiempo antes llevaba haciéndolo por carta postal y e-mail. Tengo que decir que encontré a un hombre mayor y con un estado de salud delicado que había empeorado desde que dos años antes falleciera su esposa Mona tras una larga enfermedad. También encontré a todo un carácter. Kim me había contado que en sus años jóvenes Nate mostraba una personalidad fuerte y exultante. Y doy fe de que seguía conservando el orgullo de ser el gran artista que era. Fuerte como Julio Hontana siempre dice que son los pintores. Reflexivo y eléctrico, concentrado y enérgico. Por indicación suya le seguimos a través del hall y de un par de habitaciones contiguas -en cuyas paredes pude contemplar algunas maravillosas obras nunca reproducidas- y del despacho-biblioteca, hasta el enorme y luminoso estudio: ¡Increible! En su estado y continuaba pintando. Sobre la pared más larga estaba trabajando en un par de grandes lienzos de su serie "The Winhover" que dispuestos de forma contigua alcanzaban más de 12 metros de largo por 2,5 metros de ancho. Qué decir de esta maravilla de apariencia ornito-cósmica que en absoluto tiene nada que envidiar al sol de Munch con el que está íntimamente emparentada. En el caballete, una gran tela impregnada en polvo rojo sobre la que comenzaba a caminar una figura también de pigmento rojo proveniente de un ritual del desierto o quizás de Marte. Sobre el alfeizar del ventanal, un pequeño retrato que recientemente he visto terminado y algunos fragmentos de sus esculturas. Tomamos asiento. El en un cómodo sillón orejero. A sus pies, sus perros. John a su derecha. Yo en frente, en una silla gemela a la que utilizo en mi estudio. Dos horas que parecieron dos minutos hablando de la vida y de pintura. De su trabajo y del mío. De Altamira, Velazquez, Goya y Picasso. De su sueño de comprarse una casa en las islas Madeira, la tierra de sus antepasados. De mis antepasados. De hijos. De mujeres. De Gabriela. De halcones y cernícalos. Por último me mostró su extraordinaria colección de máscaras tribales precolombinas y oceánicas, fetiches, cachinas y figuras rituales. Un último y fuerte abrazo: "eres el mejor", le dije. Un último adios: "me has hecho sentir como un héroe", me dijo.