23.12.09

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Recientemenete, mi amigo Ezra, responsable del magnífico blog "La Fabrica de Garabatos", publicaba un post en el que junto a una introducción suya, recogía mis respuestas a los comentarios de una de mis últimas entradas. Valga la reedición del mismo para expresarle mi  más profundo agradecimiento: Javier, he encontrado en ti a uno de mis más fieles aliados en este dificilísimo mundo del arte... y nunca lo olvidaré!

"El día 5 de Noviembre, Eduardo Alvarado en su blog "El Pintor del Hierro", publicó una entrada (pinchar título para ir al link), que suscitó, como lo hacen las entradas que merecen la pena, un intenso debate en los comentarios. Hace unos días, uno de mis alumnos de la ETSAVA, me hacía la triste pregunta, ¿"para que me ha servido a mi estudiar filosofía"? Con lo que yo me conmoví, viendo una gran nube de oscuridad sobre el futuro de las artes y del pensamiento en este y me temo, en muchos países. Esta entrada simplemente recoge algunos de las opiniones de Eduardo sobre lo que para él, supone dibujar. No estoy completamente de acuerdo con algunas de sus ideas, pero en esencia comparto cada palabra dicha y me parece una verdadera lección de alguien que ha hecho de su trabajo una filosofía y por ende, una vida. Mi más caluroso aplauso y mi más sincero respeto hacia un artista como lamentablemente ya quedan pocos."


Este dibujo, como otros muchos, lo he realizado en dos tiempos. Lo comencé en el 2002, en el que era un momento de incertidumbre... y de hecho figuró como contraportada de un catálogo en una exposición de entonces; y lo he acabado este año. Se que para muchos esta forma de trabajar cuestiona incluso la misma naturaleza del medio gráfico, eso que llaman la "inmediatez". Pero yo no tengo ningún problema en revisarlos a lo largo del tiempo... de hecho, actualmente trabajo en dibujos que empecé hace más de diez años. A medida que envejezco, soy cada más consciente de la dimensión elástica del tiempo, y este concepto -el del tiempo- se ha convertido en mi principal herramienta de trabajo. Puedo trabajar variablemente con los materiales que se me ofrezcan. Pero necesito tiempo. Para pensar, reconocer, preguntar... tiempo para vivir la experiencia de crear. Es como si aspirase a que el trabajo de toda mi vida pudiese estar condensado en una sola imagen, o a condensar una eternidad en un solo segundo... y de veras siento como si albergase en mi interior las imágenes que produzco desde siempre, desde que era niño, o incluso antes. Es un sentimiento que me acompaña siempre: la sensación de querer pintar siempre lo mismo. Para mi, al menos, agradable sensación. Curiosamente, por otra parte, están aquellos que tildan mi trabajo de ecléctico. En mi caso, creo que la causa no tiene nada que ver con el aburrimiento, que Gordillo alguna vez citó como motor de su cambio (pues no recuerdo haberme aburrido nunca); sino el acopio de un bagaje "técnico" que me permita dibujar y pintar esas imágenes del alma. Como haberme entrenado para ser un medium capaz de conducir las imágenes desde esa otra dimensión, a esta. Quizás suena algo petulante, pero es todo lo contrario: cuando lo comencé, a este dibujo le habían precedido cientos, y le sobrevinieron otros cientos... En aquel tiempo, cuando acertaba, me sentía como el burro que toca la flauta. Así que desde entonces he dedicado mucho esfuerzo a tratar de entender las razones que explican que en un caso una obra salga bien o salga mal. Y en eso creo haber avanzado y este ha sido el conocimiento que he empleado para retocar el dibujo y darlo por concluido. Precisamente el otro día reflexionaba sobre lo siguiente: si bien el dibujo es economía, yo cada vez más, creo tener una actitud más "económica" ante el arte y la vida. Parafraseando a Juan Carlos, pienso que vibra en mis trabajos. A algunas personas les desagrada la cualidad thanatica que presentan mis imágenes... pero yo creo que son ellos quienes obsesionados con la idea de vivir eternamente no quieren reconocer la impermanencia de nuestras vidas y rechazan cualquier cosa que se lo recuerde. Y para ser honesto, yo sentiría que miento, si no priorizara entre mis temas, al que seguramente, junto con el del amor, sea el otro "tema" por excelencia. Así que pienso que además de este aspecto fúnebre, este dibujo y otros míos, están llenos de pasión, de aliento vital, de energía... en definitiva, de vida. Como he explicado articulé el proceso de dibujo de esta obra en dos tiempos distanciados varios años. Por lo que supongo, se solapan en una misma imagen motivaciones levemente matizadas. Quizás sea esa la razón de ese otro tipo de ardor...Hace tiempo superé la etapa de exponerme a propuestas que no procedían estrictamente de mi; de considerar que esto era una prueba o una carrera. Ahora solo me expongo a las mías, y con ellas tengo para largo!Es por mi concepto del dibujo. Y por el de la pintura. Y por el de mi propia vida. Para mi el dibujo tiene una vocación íntima. La pintura en cambio, la tiene de exhibición. Uno dibuja por necesidad, para entender , exorcizar, proyectar… En cambio pinta “definitivamente” para enseñarlo. Es diferente. Por eso no dibujo en formatos grandes pero si que los pinto. En mi opinión la prueba de que el tiempo referido al arte (que es a lo que nos dedicamos), o al menos su percepción es elástica, es el hecho de que tanto a la hora de producir una obra artística, como de contemplarla no hay lugar para la segmentación del tiempo. Una obra requiere para existir un aprendizaje, dedicación, ámbito de creación… pero la suma de ellos no asegura el éxito, sino más bien la noción de “work in progress”. El estar siempre trabajando y encontrar relación entre las distintas orbitas materiales, temporales, temáticas, emocionales, etc. que toman partido a la hora de concebirla. Es por esto que digo “elástico”. Pues contrariamente a la percepción ordinaria más rápida que uno experimenta a medida que envejece, la obra surge con mayor fluidez y el “tiempo” da para más. Porque dibujar es todo. Pero la mía es otra: muchas veces, a lo largo de toda mi vida, me he preguntado el porqué de la falta de interés de las personas sobre su realidad más próxima. Porqué no contemplan y disfrutan los espacios que habitan? La luz que les baña? El suelo que pisan y los alrededores del camino que transitan todos los días? Para responderme elaboré una teoría acerca de la "capitalización" de la vida y la imposibilidad sentimental a la que esta discrecionalidad conduce: pienso que toda aquella acción motivada para la consecución última de dinero envilece en mayor o menor medida todo el ámbito donde se gesta. Y hace poco, en el blog de mi amiga Malena "Spleen", leí una cita de Henri Michaux en la que encontré una semejanza a mi interrogante y una respuesta en el arte como posible solución: "Los Magos sostienen que, en la mayoría de las gentes que observan un paisaje, se forma una cápsula. Esa cápsula no es tan pequeña como se cree y constituye el médium entre el paisaje y el contemplador. Si el contemplador pudiese arrancar esa cápsula y llevársela consigo se volvería inconmensurablemente dichoso, conquistaría el paraíso en la tierra. Pero para ello es preciso una delicadeza extrema, una fuerza prodigiosa y saber lo que se hace. Es como arrancar de un golpe un árbol con todas sus raíces. Los espíritus malignos que utilizan por doquier medios nemotécnicos, representaciones gráficas, comparaciones, análisis y brutalidades sobre la materia observada, no solamente ignoran a qué me estoy refiriendo, sino que no pueden darse cuenta de la sencillez maravillosa y casi infantil de esa operación que os conduce con simplicidad al umbral del éxtasis." Pienso que una forma de fragmentar esa cápsula o de romper ese “cristal” es el ARTE. A Barceló, tampoco lo conozco personalmente... y aunque como artista plástico le reconozco el mérito de haber "triunfado" con una temática antropológica y abstracto/figurativa que me interesa especialmente, de su trabajo me desagrada enormemente un aspecto: en él, todo es aleatorio; da igual que la pintura sea grande o pequeña, que el motivo esté centrado o que no, que la línea venga por aquí o por allí, que sea blanco o negro (o gris), que haya más o menos figuras, que el ojo (o cualquier otro elemento) este más alto o más bajo, que se produzca tal o cual accidente... y precisamente, pienso que esta falta de determinación, es la clave de su éxito y apreciación por parte de una gran mayoría. A través de las artes plásticas, y a veces incluso a pesar de su autor, se propone una experiencia que ineludiblemente conduce a la reflexión existencial. En la medida en que tu trabajo profundice más en este sentido, la respuesta general del gran público va a ser lógicamente contraria... De otro modo empezarían a plantearse cuestiones incómodas que desestabilizarían la pirámide de sus prioridades. Por otra parte, creo que este debate tendría sentido siempre que hablemos de obras de determinada "calidad". Pero es una discusión viciada de principio a fin... por qué, qué crédito social tiene la opinión de alguien que realiza una acción que poco difiere de la que habría realizado su colega pintor del Paleolítico hace 20.000 años? Líneas y colores de la cara a la pared para plasmar una imagen perfectamente prescindible en términos económicos? Y qué opiniones sobre ecología o economía va a tener este individuo? Lógicamente distintas y utópicas para el gran grupo... Antes he dicho que las artes plásticas proponen una reflexión, incluso a veces a pesar de su autor... y la provocan también a pesar de su receptor. Todo ser humano tiene sobrada capacidad para vivir la experiencia estética, y el no hacerlo es únicamente producto de su voluntad. El arte es arte porque su autor, con acierto, repite los procesos de orden y caos que se dan en la naturaleza con el fin de provocar una percepción sublime, tan elevada que no puede ser explicada, y de orden cosmológico. Y esta es la raíz del problema de su falta de apreciación. A medida que el arte deja de inspirarse en la naturaleza, y este es el caso de gran parte del arte contemporáneo, pierde su esencia, su razón de ser, su verdad... Las formas de expresión contemporáneas son las de un arte que se autorreferencia y fagocita: sus referencias son los mass media, el cine, la publicidad, la literatura... Así que es normal que si no estás instruido o al menos familiarizado, no entiendas nada. Pero cualquier individuo de cualquier parte del mundo -a no ser que sufra algún tipo de discapacidad- ha transitado un abanico de vivencias que le capacitan para la experiencia estética. El discurso de algunos antropólogos de que un indígena no entendería una pintura barroca, es taxativamente falso. Evidentemente no sabría interpretar la literatura que encierra la imagen, pero de igual manera que nos afecta a nosotros, experimentaría el misterio del claroscuro, la exuberancia de los cuerpos desnudos, o la profundidad del espacio o el paisaje. Es más, esta experiencia no es algo "exclusivo". Son algunos de los resortes del arte "contemporáneo" los que pretenden que así sea. Pero nunca fue del todo así, ni nunca lo será, por más que algunos se empeñen. El pintor Joaquín Vaquero Turcios en su libro "Maestros Subterráneos" demostró que el acto de creación , ya desde la antigüedad más remota, además de un hecho cultural, conlleva una dosis de trascendencia, emoción y disfrute. Y parafraseándole diré que, en última instancia, el arte es libertad. Y para hacerlo y apreciarlo "sólo es imprescindible la libertad". Y a esto es a lo que han renunciado esas personas. Al hecho individual de ser y sentir según su propio criterio, que al fin y a la postre es más universal que cualquier otro. Han renunciado a sentir, a pensar, a vivir el misterio... porque no les da la gana. Porque si lo hacen quizás tiren por tierra la filosofía por la que rigen sus vidas. Vidas que ha costado mucho esfuerzo construir. Una obra de Picasso nos propone una percepción sublime; esto es, elevada. Una obra de Bach también. Y accesible a cualquiera que tenga ojos u oído. Una ecuación matemática NO. Si no sabes lo que es un número o un signo no entiendes nada. Porque es una construcción intelectual. Pretende explicar el mundo, no crear un ámbito nuevo, manifestación del ser, a la vez único y común. Y que nadie me malinterprete, porque no son los sentidos los únicos que lo posibilitan... lo es mucho más el corazón.