30.4.09

DESNUDOS Y VESTIDAS

Por Maru Rizo Castejón, 2008, San Sebastian

–Pasad. ¿Qué tal?

–sssssssssssssss…

–En este nuevo Estudio Amable, he intentado poner en las paredes de manera organizada su obra porque Amable cuando consideraba una etapa, no diría concluida, pero sí lo suficientemente investigada, iniciaba otra tan diferente estéticamente que mezclarlas demasiado sería algo caótico.

–sssssssssssssss…

–Conozco a Amable en 1970, cuando él tiene 43 años y yo 25. Lo que describo anterior a 1970 no lo viví y me remito a lo que Amable o, en algún caso, terceras personas me contaron, así que puedo ser inexacta; además estoy segura de que en los recuerdos del tiempo compartido aparecen algunas traidoras maquinaciones de la memoria...

ssssssssssssss… (Estas eses designan las palabras del –o los– visitadores).

–La obra estética de Amable está condicionada, además de por otras circunstancias, por la penuria económica en la que vivió durante tiempo. Comienza a pintar (su primer óleo es del 56) con 29 años y muere con 56. Durante ese tiempo –27 años con largas épocas sin un estudio para trabajar– Amable pintó 300 óleos, cifra más bien escasa en la vida de un pintor.

–sssssssssssssss…

–También esa penuria, creo yo, le hizo mantener una relación con la pintura muy especial. Así como muchos, quizá la mayoría de los pintores, tienen en su estudio lienzos en blanco que llenan dejándose llevar del momento, Amable, por el contrario, forjaba el cuadro/idea, lo veía y, sólo entonces, compraba una tela “de tanto por tanto”. Eso convertía a cualquiera de esos 300 óleos en algo vital, y traducen de manera muy perceptible ese paralelismo vida/obra.

– sssssssssssssss…, ssssssssssssss…, sssssssssssssss… (es que aquí han hablado mucho y me tocaba escuchar).

-Estos (estiro el brazo, mostrándolos), sus primeros óleos, son paisajes urbanos de Bembibre (Amable nació en Bembibre del Bierzo, comarca minera de León). Desconocedor como autodidacta de las técnicas del óleo, pinta unas obras tan personales como expresivas en las que mezcla a veces el óleo con tierra. Simultanea estas obras con unos cuadros, pintados en Donosti, en los que se ven unas mujeres, casi niñas, de líneas frágiles y filiformes; estás serán sus primeras obras nacidas de la imaginación.

–sssssssssssssss…

–Estos Cristos, sí, son espléndidos. Año 58, época marcada por el gesto, la mancha, la rapidez..., pero Amable, reflexivo, toma otros caminos.

–sssssssssssssss…

–Es una pregunta que siempre os hacéis; yo también. Pero como nunca se lo pregunté a Amable, tengo que responderme yo misma. Efectivamente, él había abandonado para entonces toda idea religiosa y sin embargo pinta unos Cristos. Pienso, otros interpretan el hecho de distinta manera, que apuntan la desdeificación –no estoy segura de que figure en el diccionario– de Jesús, y Amable se sirve de su figura para subrayar –a través de su sola personalidad humana– el sufrimiento(1). De una pintura cercana en pincelada y también casi monocromos son los retratos: Aizpitartes, su tío el cura, autorretratos…

–sssssssssssssss…

–Los cartones, Amable los tenía en gran estima, están pintados en Bembibre. Este soporte de cajas viejas “para tirar”, le sirve para pintar con materiales propios de las minas: minio e islan (residuo de carbón) que mezcla con óleo negro. Verdadero “arte povera”, tan lejos del arte pobre vendido como cara mercancía, según me viene a la memoria un retazo de un poema de su libro “La mano muerta”, creo.

–sssssssssssssss…

–¡Ah! La imagen polémica de Amable…, sí, comienza con una exposición que tuvo lugar en las Salas Municipales del Ayuntamiento de Donostia en 1960. Amable en sus escritos –hablo de memoria– la describe como imprescindible para entender su obra. Se expusieron –además de los retratos “Aizpitartes”, un pequeño paisaje del Bierzo; un desnudo que fue quemado –represión sexual y cerrilísmo suelen ir unidos–; unos cartones y collages desigualmente rotos y ¡oh, estupor! unos marcos que no enmarcaban nada más que el vacío. La gente que visitó la exposición –incluidos los críticos del momento– la interpretó no sé cómo y en los medios de comunicación se llegó hasta el insulto personal. Yo, que todavía tardaría 10 años en conocer a Amable, puedo interpretar a mí manera, desde hoy, aquella exposición: el cuestionamiento casi filosófico del papel del arte en la cultura contemporánea –siempre le apasionó– estaba allí patente, la pintura “oficial” que se hacía en ese momento era vieja, repetitiva y lejos de cualquier anhelo creativo; los marcos vacíos los veo yo como incitación a las preguntas más que como respuesta y creo reconocer en aquella exposición algo del arte conceptual.

–sssssssssssssss…

–Estos paisajes del Bierzo, los hace con un tremendo esfuerzo físico –debido a un accidente a la edad de 9 años durante toda su vida necesitará muletas para poder andar(2)– yendo de madrugada en camiones con los mineros que comienzan su jornada y al acabarla, le recogen. Deshabitados e intensos en expresión, son sus paisajes –los sentía muy dentro– cada vez más introspectivos hasta llegar a una casi abstracción.

–sssssssssssssss…

–Bueno, sí, por entonces se funda el grupo “Gaur” en Gipuzkoa, y es en una charla entre Sistiaga y Amable de donde surge el inicio del proyecto. La línea artística mantenida por la mayoría de los componentes era la abstracción, aunque Amable, siempre fascinado por la figura humana no renuncia a la figuración ni en sus épocas más abstractas.

–sssssssssssssss…, sssssssssssssss…, sssssssssssssss…

–En los años 70 abandona la abstracción y vuelve a lo que denomina “pintura impura”. Obra poética que se rinde a la imaginación y no hace distinciones entre el soporte lienzo o papel, y rompiendo, o tratando de romper, los límites aúna pintura, obra gráfica, grabaciones de memoria y juegos de sonido, poemas, tratamientos fotográficos, crítica artística, collages… ¿Subimos? Los dibujos están arriba.

–sssssssssssssss…

–Sí, es entonces cuando nos conocemos (3). De inmediato descubrí en Amable unas cualidades excepcionales humanas y artísticas. Poca gente ha tenido la suerte de profundizar en ese Amable creador inagotable, valorador de la labor de los otros, pero necesitado de ser y hacer diferente (4).

–sssssssssssssss…

–Evitando los caminos acomodaticios, buscará con desasosiego los materiales y técnicas más impropios –o los más convenientes–: iremos a una vieja y pequeña librería de Trintxerpe para conseguir los plumines más delicados (Clamoxyl); dibujará con un boli sin tinta para sólo dejar huellas de la impresión (Tampones); pinchará el papel con un alfiler para agujerear de manera más táctil que visual (Cuadernos Experimentales de Arte); dibujará en un gran libro –desechado por inútil en el Banco donde trabajé– de papel de arroz, de hoja casi transparente para, en veladuras superpuestas, no olvidar el dibujo anterior, pero adivinar el siguiente (Copiador 1000 Hojas); se servirá de la tijera para hacer la línea (Papeles Chinos); llenará sus incesante s lecturas de minúsculos personajitos (Tupamaros en Libros); meterá en sobres jugueteos intelectuales (Sobres Sorpresa); mezclará tintas con líquidos extravagantes para romper el color (Oxidaciones); me hará sufrir algunas cistitis de tanto desnudo (Pasteles, Desnudos); enfrentará personajes de comics de su infancia a uniformes militares en su única serie de dibujos de militancia ideológica (Homenaje a Puigmiquel, Arnao…); perderá el sentido al bañar en ácido una de las planchas de cobre (Cobres); quemará y atará papeles (Papeles Quemados); con mis útiles: rouge y sombra de ojos se divertirá (Maquillajes y Carnavales); mojará lápices, a veces en manchas de Nescafé o vino, para hacerlos acuarela (Prismalos); llenará un libro en blanco del que solo guardará su título inicial (Historia de Euskalerria); buscará espacios y composiciones nuevos para sus personajes nacidos mucho antes –suelen tener muchas vidas– y los hará ir de la mano con otros nuevos (La Jirafa Cuadrada); romperá, salpicará, gritará, rasgará, recitará, evocara, doblará, empapará, cortará, esconderá; y a mí tantas veces posaré que me hará decir: “He tenido que aprender a echar la siesta en postura de musa”.

–sssssssssssssss…, sssssssssssssss…

–Aquí está el “Copiador 1.000 hojas”, será mejor que nos sentemos. No se puede exponer por lo delicadas que son sus hojas… (aquí ya empiezo a mirar arrobada el Copiador y me olvido de casi todo…, también de cerrar el paréntesis y poner el punto final


Exposición: "Biluzik eta Jantzita" "Desnudos y Vestidas"
Mayo - Junio 2009
Amable Arias (1927 - 1984) Nacido en Bembibre del Bierzo (León), en 1942 se traslado junto con su familia a San
Sebastian, ciudad en la que residió el resto de su vida. De formación completamente autodidacta, pinta sus primeros óleos en 1956, y en 1958 realiza su primera exposición individual. Fue uno de los miembros fundadores del grupo Gaur junto a Ruiz Balerdi, Sistiaga, Zumeta, Mendiburu, Basteretxea, Chillida y Oteiza en el año 1966.

26.4.09

L´AGE MÛR

"[...] no he hecho todo lo que he hecho para terminar mi vida engrosando el número de recluidos en un sanatorio, merecía algo más."

www.camilleclaudel.asso.fr

WOMAN´S BACK

"This is a student work, done ages ago. I have no memory of doing this painting. Maybe it's not mine."

Robert Sim

ART NEUTRE?

Divendres, 06 de gener de 2006

L'obra d'aquest noi, l'Eduardo Alvarado, em recorda una mica la d'en Miquel Barceló i té un no se qué d'Egon Schiele. Tanmateix les seves acuarel.les em resulten atractives. Trobo interessant l'austeritat del seu traç i la simplicitat del color translúcid que vesteix les siluetes. L'Alvarado es mou a mig camí entre la il.lustració, la pintura i el còmic. L'Eduardo és nascut a Miranda de Ebro, Burgos, i és un dels joves talents de l'art contemporani castellà. Podeu trobar més informació i més obres d'ell a la seva web.

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Divendres, 05 de octubre de 2007

Avui us volem presentar l'obra interessant de Pic Moràlia, pintor nascut a Barcelona l'any 1973 i vinculat al Taller Nàpols. Pic Moràlia inaugura catàleg virtual i ens presenta una breu serie de la seva obra en aquarel.la. Provinent del món del disseny gràfic, l'autor manté un estil minimalista, amb imatges farcides de figures dinàmiques, coloristes i tribals, que viuen a cavall entre la figuració i l'abstracció. En l'obra d'en Pic hi trobem influènci
es de Miquel Barceló o de Eduardo Alvarado. Es recomanable una visita a la seva web.

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Dissabte, 07 de gener de 2006

Nascuda a Madrid l’any 1955, Charo Aymerich va desenvolupar un interès primerenc per les arts plàstiques. Però paradoxalment, no va estudiar Belles Arts, que hauria estat el més natural, sinó que es va decantar per les Ciències de la Comunicació i va acabar treballant en el món de la publicitat. Aquest procés és molt usual trobar-lo entre la biografia dels artistes d'art contemporanis. Coses de la vida, ja veieu. El cas és que després de dos anys, a causa de la seva unió amb un noi holandès, la Charo va decidir traslladar la seva residència als Països Baixos, on va continuar treballant en el departament comercial d'una companyia petroliera important. Finalment, un bon dia, la Charo va decidir retornar als seus inicis i després de gairebé quinze anys implicada en el món del negoci, reprèn la pintura, que mai hauria d'haver arraconat, i ingressa a la "Willem De Kooning Academy" de Rotterdam. La Charo, ara sí, ja és pintora a temps complet i treballa en el seu estudi de Rotterdam, on encara resideix. La seva obra és realista. I jo diria que igual que em va passar en analitzar l'obra de l'Eduardo Alvarado, també trobo en la Charo influències de la il·lustració i del còmic. La seva qualitat tècnica és innegable i la seva producció té cert interès pels amants del retrat i de la pintura més figurativa. A la seva web, molt complerta, hi trobareu més informació i una galeria amb les seves obres.

Didac Fost

20.4.09

EL CRISTAL DEL AMOR

Por Antonin Artaud

Yo la deseaba resplandeciente de flores, con pequeños volcanes enganchados en las axilas, y especialmente esa lava como almendra amarga, que se hallaba en el centro de su cuerpo erguido.

También había una arcada de cejas bajo las cuales todo el cielo pasaba, un verdadero cielo de violación, de rapto, de lava, de tormenta, de rabia; en suma, un cielo absolutamente teologal. Un cielo como un arco erguido, como la trompeta de los abismos, como la cicuta bebida en sueños, un cielo contenido en todos los frascos de la muerte, el cielo de Eloísa sobre Abelardo, un cielo de enamorado suicida, un cielo que poseía todas las furias del amor.
Era un cielo de pecado protestatario, un pecado suspendido en el confesional, de esos pecados que recargan la conciencia de los sacerdotes, un verdadero pecado teologal.

Y yo la amaba.

Ella era una criada, en una taberna de Hoffmann, pero una criada lamentable y crapulosa, una criada crapulosa y mal lavada. Llevaba los platos, ponía las cosas en su lugar, hacía las camas, barría los cuartos, sacudía los doseles de las camas y se desvestía delante de su tragaluz, como todas las criadas de todos los cuentos de Hoffmann.
En esa época yo dormía en una cama calamitosa cuyo colchón se tendía todas las noches, se abarquillaba ante ese avance de ratas vomitadas por los reflujos de los malos sueños, y que se achatan al salir el sol. Mis sábanas olían a tabaco y orgullo, y a ese olor nauseabundo y delicioso recubierto por nuestros cuerpos cuando nos preocupamos por olerlo. En suma, eran verdaderas sábanas de estudiante enamorado.
Yo empollaba una tesis espesa, torpe, sobre los abortos del espíritu humano en esos umbrales agotados del alma hasta donde no llega el espíritu del hombre.
Pero la idea de la criada me trabajaba mucho más que todos los fantasmas del nominalismo excesivo de las cosas.
La veía a través del cielo, a través de los cristales hendidos de mi cuarto, a través de sus propias cejas, a través de los ojos de todas mis ex amantes, y a través del cabello amarillo de mi madre.
Ahora bien, estábamos en la noche de San Silvestre. El trueno tronaba, los rayos avanzaban, la lluvia seguía su camino, los capullos de los sueños balaban, las ranas de todos los estanques croaban; en suma, la noche hacía lo que tenía que hacer.
Ahora necesitaba encontrar una manera de abocarme a la realidad… No era suficiente estar abocado a la resonancia oscura de las cosas, y por ejemplo oír hablar a los volcanes, y vestir al objeto de mis amores con todos los encantos de un adulterio anticipado por ejemplo, o con todos los horrores, basuras, escatología, crímenes, engaños que se relacionan con la idea del amor; simplemente necesitaba encontrar la manera de llegar directamente a ella, vale decir, y ante todo, de hablarle.
De pronto se abrió la ventana. En un rincón de mi cuarto vi un inmenso juego de damas sobre el que caían los reflejos de una multitud de lámparas invisibles. Cabezas sin cuerpos hacían rondas, tropezaban, caían como bolos. Había un inmenso caballo de madera, una reina de morfina, una torre de amor, un siglo venidero. Las manos de Hoffmann empujaban los peones, y cada peón decía: NO LA BUSQUES AHÍ. Y en el cielo se veían ángeles alados y holgazanes. Por lo tanto, dejé de mirar por la ventana y de tener la esperanza de ver a mi criada querida.
Entonces sentí unos pies que terminaban de aplastar los cristales de los planetas, justo en el cuarto superior. Unos suspiros ardientes atravesaban el piso, y oí el aplastamiento de una cosa suave.
En ese momento, todos los platos de la tierra se pusieron a rodar y los clientes de todos los restaurantes del mundo partieron en persecución de la criadita de Hoffmann; y se la vio corriendo como una condenada; después pasó Pierre Mac Orlan, el remendón de botines absurdos, empujando una carretilla por el camino. A continuación venía Hoffmann con un paraguas, luego Achim d’Arnim, luego Lewis, que caminaba transversalmente. Por último se abrió la tierra y apareció Gérard de Nerval.
Él era más grande que cualquier otra cosa. También había un hombrecito que era yo.
–Pero tenga muy en cuenta que no está soñando –me decía Gérard de Nerval–, por otra parte aquí está el canónigo Lewis, que de esto sabe un montón: Lewis, ¿se atrevería a sostener lo contrario?
–No, por todos los sexos barbudos.
Son estúpidos, pensé, no vale la pena que se los considere como grandes autores.
–Por lo tanto –me decía Gérard de Nerval–, todo eso está relacionado. La metes en una ensalada, te la comes con aceite, le sacas la cáscara sin vacilar, la criada es mi mujer.
Ni siquiera conoce el peso de las palabras, pensé.
–Perdón, el precio, el precio de las palabras –me sopló mi cerebro, que de eso también sabía un montón.
–Silencio, cerebro –le dije–, todavía no estás lo bastante vitrificado.
Hoffmann me dijo:
–VAYAMOS AL GRANO.
Y yo:
–No sé cómo abocarme con ella, no me atrevo.
–Pero ni siquiera tienes que atreverte –objetó Lewis–. Lo conseguirás TRANSVERSALMENTE.
–¿Transversalmente, pero a qué? –repuse yo–. Porque por el momento la que me atraviesa es ella.
Pero desde el momento en que te dicen que el amor es oblicuo, que la vida es oblicua, que el pensamiento es oblicuo, y que todo es oblicuo. LA TENDRÁS CUANDO NO PIENSES EN ELLA.
Escucha, ahí arriba. ¿No oyes la complicidad de esos puentes de indolencia, el encuentro de ese montón de inefable plasticidad?
Yo sentía que mi frente estallaba.
Al final comprendí que se trataba de sus senos, y comprendí que se reunían, y comprendí que todos esos suspiros se exhalaban del propio seno de mi criada. También comprendí que ella se había acostado en el piso de arriba para estar más cerca de mí.
La lluvia siguió cayendo.
En la calle se escucharon unas coplas de una estupidez espantosa:


Con mi chica es un chiste
Cuando comemos alpiste (bis)
Porque somos pájaros
Porque somos pájaras
Con mi chica es un chiste
Palomita en su balcón
Todo el sudor de la damisela
No vale lo que la ciruela
De su amorosa adoración.



Cerdos estúpidos, me puse a gritar mientras me incorporaba, están ensuciando el espíritu mismo del amor.
La calle estaba vacía. Sólo estaba la luna, que seguía con sus murmullos acuáticos.
¿Cuál es el mejor colgante, cuál la joya más bella, cuál la almendra más sabrosa?
Ante esa visión sonreí.
Ya ves, ¡no es nada del otro mundo!, me dijo.
No, no era nada del otro mundo, y mi criadita estaba en mis brazos.
–Desde hace tanto tiempo, tanto tiempo –me dijo–, que te deseaba.
Entonces fue el puente de la noche total. La luna volvió a subir al cielo, Hoffmann se escondió en su sótano, todos los comensales recuperaron su lugar, no hubo más que el amor: Eloísa el abrigo, Abelardo la tiara, Cleopatra el áspid, todas las lenguas de la sombra, todas las estrellas de la locura.
Fue el amor como un mar, como el pecado, como la vida, como la muerte.
El amor bajo las arcadas, el amor en el estanque, el amor en una cama, el amor como la hiedra, el amor como una oleada.
El amor tan grande como los cuentos, el amor como la pintura, el amor como todo lo que es.
Y todo eso en una mujercita tan pequeña, en un corazón tan momificado, en un pensamiento tan restringido, pero la mía pensaba por dos.
Desde el fondo de una embriaguez insondable se desesperaba repentinamente un pintor atacado de vértigo. Pero la noche era más bella que todo. Todos los estudiantes volvieron a su habitación, el pintor recuperó sus cipreses. Una luz de fin del mundo llenó poco a poco mi pensamiento.
Pronto no hubo otra cosa sino una inmensa montaña de hielo sobre la cual colgaba una cabellera rubia.

RETROSPECTIVE


JOBURG ART FAIR


INEDITO

3.4.09

CRISTINA

HOMENAJE A WALLY (VALERIE NEUZIL)
2009, grafito acuarela y acrilico/papel, 22,5 x 21 cm

AU CHAT

"In 50 years' time I will be known as the brother of Gwen John."

Gwen John's work consists almost entirely of small-scale portraits and still-lifes. Her portraits (usually of anonymous sitters) favored seated women in a three-quarter length format, with their hands in their laps. John painted slowly, often returning to a theme repeatedly. She preferred painting of reduced tone and subtle colour relationships, in contrast to her brother's far more vivid palette. In addition to studio work, she made many sketches and watercolours of women and children in church. Unlike her oil paintings of solitary women, these sketches frequently depict their subjects from behind, and in groups. She also made many sketches of her cats.

ARTAUD

VIAJE A NIARRAIRUZ

Ramon Zuriarrain
Pinturas, papeles, objetos

del 3 de abril al 23 de mayo de 2009

Viaje a Niarrairuz nos sumerge en la obra más reciente de Ramón Zuriarrain, San Sebastián, 1948, después de cuatro años sin exponer en su ciudad natal. Y regresa como siempre, como un autor inclasificable que es, rompiendo esquemas preconcebidos, mostrando su última y prolífica producción. Sea en un registro pictórico por una abstracción, sea a través de una figuración expresionista, o sea en un territorio mestizo, donde sorprende con un mundo imaginario de inconcretas presencias. Al igual que otros pintores guipuzcoanos de su generación –Carlos Sanz, José Llanos, Andrés Nagel, Marta Cárdenas, Vicente Ameztoy y Juan Luis Goenaga, Zuriarrain se siente atraído por el paisaje, pero el modo de narrar y, sobre todo, el tono que elige es lo que le distingue. Un humor en ocasiones sutil e irónico, y otras, directo y descarnado que expone en una de sus facetas más desconocidas de su trabajo, las viñetas humorísticas que ha desarrollado durante los últimos años y que nos aportan una perspectiva muy interesante para poder entender mejor su trabajo y su actitud, tanto ante el arte como ante la vida. Provoca sorpresa, sus pinturas nos interrogan con su misterio; una belleza que surge del libre juego de la imaginación. De su capacidad para labrar su visionario paisaje atmosférico y de su cambiante y personal humor, surge otro de sus elementos característicos, su pintura abstracta, gestual, expresiva, colorida y, en general, alegre y vitalista.


2.4.09

INSTALACION

madera pintada y cuerda 2006