27.4.08

EL SILENCIO

Por Iratxe Molinuevo
Siempre buscamos más y en esa búsqueda perdemos la vida entera. El arte lo convertimos en la suma de lo superfluo y lo aditivo, puntilleando hasta la exageración cada creación y obra, en el afán de alcanzar mayor realismo y virtuosismo técnico.
La exposición de este artista se asoma plácidamente a nuestros ojos en la simplicidad de las cosas, de las formas y los objetos, pero es una escasez sonora que pone a prueba nuestra capacidad de vacío y silencio.
Es el diálogo hecho pintura de la humanidad plena. Aquella que encontramos vibrando en la realidad cuando se despoja de su artificio y relumbre. Un vaso, una simple jarra de barro, unas piedras, unos carcomidos huesos… nos recuerdan la levedad del ser, el paso peregrino de nuestras vidas y el anonimato más profundo y radical al que irremediablemente estará sometido nuestro yo y todo lo nuestro decididamente escrito con letras mayúsculas y narcisistas.
Muerte y vida se ponen cara a cara para medir su peso específico a golpes de pincelada de ocres y tierras. Los cuadros experimentan una actividad mística que nos sitúa en el no-tiempo, en la no-existencia, el no-significado para alcanzarnos de lleno y trasformarnos en lo que realmente somos, bellos, únicos, maravillosos.
El mensaje escondido entre sus líneas de dibujo y repartido a lo largo de la exposición es, paso a paso, la nueva mirada a la vida, desprogramada del poder y la abundancia y amanecida de luz , ternura y la bondad al desnudo.
El hombre y la mujer, en su desnudez, es también dolor y herida, identidad-raíz-tierra y destino común compartido siglo a siglo, en todos los tiempos y espacios.
¿Qué quedará de todo tras el paso del tiempo?: huesos, latas, piedras, madera,… ¿Qué queda del arte tras el lienzo, el trazo, el óleo y la acuarela? La transparencia y el camino de vuelta.
Eduardo recoge en sus cuadros la sabiduría de corrientes espirituales y tradiciones intimistas que han volcado sus sueños en la búsqueda del sentido de la vida y del estar aquí y ahora.
La exposición es en definitiva, un viaje acompañado entre los espejos que nuestra sociedad ha cubierto con un espeso manto negro en el intento de hacernos olvidar el por qué y para qué de las cosas y de lo que vivimos. Éste no es otro que vivir en la hondura y humildad de sabernos uno más, otro más y nada menos en la historia, al compás toda la creación y su deterioro.
Descubrir desde los ojos del artista el corazón de la vida, la luz de este viaje que nace desde dentro, y que cada uno descubra la suya y se lance, serenamente y sin engaños, por fin, a iluminar.